En el 2050, el 21 por ciento de los mayores
superará los 80 años:
Colombia está ingresando en la
era de la sociedad en proceso de envejecimiento y está dejando atrás la
sociedad juvenil. En cinco años, la población de más de 60 años crecerá
aceleradamente. De hecho, ya empezó.
El estudio
‘Misión Colombia envejece’, revelado esta semana, muestra que los mayores de 60
años en el país están creciendo a razón de 255.000 por año. Hoy son 5,2
millones y en los próximos 35 años, 8,9 millones se unirán a ese grupo. En
total, 14,1 millones.
Las
proyecciones muestran que los viejos se envejecerán más, es decir, vivirán más
tiempo: una de cada cinco personas mayores tendrá 80 años y más. En 1985 eran
180.000, hoy son 670.000 y en el 2050 serán 3,1 millones. Esto es porque
pasarán de representar el 8,3 de los mayores en 1985 al 21 por ciento en el
2050.
Detrás de
esta transformación están tres indicadores que han cambiado desde mediados del
siglo XX: la reducción de la tasa de fecundidad, que pasó de 6,8 a 2,2 hijos;
el aumento de la esperanza de vida al nacer, que subió de 50,6 a 74 años en
promedio, y la reducción de la mortalidad infantil, que bajó de 123 a 16,5
muertes por mil niños nacidos vivos.
Lucas
Correa Montoya, uno de los investigadores, advierte que el envejecimiento de la
población “tiene que ver
con el desarrollo social y la riqueza”. Según él, en la medida
en que una ciudad o un municipio son más desarrollados, más ricos, tienen más
oportunidades, mayores niveles de ingreso y mejor educación, la población
envejece”.
Bogotá
junto con Medellín son las ciudades más viejas y las que más rápido envejecen,
mientras que Riohacha y Quibdó son jóvenes. Las ciudades más viejas de Colombia
en el 2035 tendrán una persona mayor de 60 por cada menor de 15 años y las más
jóvenes, 3 mayores de 60 por cada 10 con menos de 15 años.
Correa señala que no solo
envejecen las grandes ciudades, sino intermedias como Armenia, Pereira o
Ibagué, que además de la población propia que envejece se han convertido en
receptoras de adultos mayores que las eligen para cambiar sus condiciones de
vida. “Son más baratas, con mejor clima y más fáciles de vivir para adultos
mayores que no necesitan quedarse en las grandes ciudades”, explica.
Además,
están las diferencias relacionadas con las condiciones familiares y de
educación. El 61 por ciento de los adultos mayores de 60 no tienen educación o
no completaron la primaria, y apenas el 7,1 por ciento llegó a un nivel
superior.
La investigación advierte que
esa situación influye para mantener a estas personas en la informalidad. Ni
siquiera saben cómo funciona, por ejemplo, el sistema pensional para cotizar y
garantizar ingresos futuros, y algunos asumen como inversión para su vejez la
educación que les brindan a sus hijos. Hoy, la mitad de los adultos no hace
nada para garantizar un ingreso en la vejez. En el campo, el porcentaje
asciende a 70.
“El país
tiene que reflexionar sobre lo que les espera a las siguientes generaciones que
van a llegar a la vejez con más probabilidad que antes”, dice Dulcey-Ruiz.
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